El conflicto étnico en Etiopía que ha puesto en duda el federalismo
En junio pasado, en medio del marco de la pandemia por COVID-19, al menos 80 personas murieron en hechos asociados a las protestas por el asesinato de un popular miembro del Pueblo Oromo, mayoritario en Etiopía con más de 30 millones de de adscritos identificados a esa étnia: ¿Puede pensarse el federalismo como error en Etiopía? | Fotografía: AFP.
Por: Carmen Alija Cabero, Universidad de Copenhague
Este verano, los conflictos étnicos en Etiopía han vuelto a ser noticia. En junio, el cantante y activista etíope Hachalu Hundessa fue asesinado a tiros en la capital del país, Addis Abeba. Las canciones de Hachalu tenían alto contenido político, apoyaban a la etnia Oromo que lucha contra la represión y eran un símbolo de la resistencia antigubernamental. Inmediatamente después de su muerte, miles de personas participaron en violentas protestas y disturbios en los que 166 personas murieron y 2.200 fueron arrestadas.
Los problemas derivados de los conflictos étnicos en Etiopía no son nuevos, ni han aparecido por generación espontánea. Este artículo tratará de explicar cómo surgen esos conflictos en Etiopía y qué papel tiene el federalismo étnico en todo ello.
Para eso es necesario definir los términos sobre los que se apoyará el texto. Se entenderá por etnias aquellos grupos sociales organizados en función de actividades comunes ya sean de tipo social, económico o político con una base de simbolismo cultural que define su cohesión como grupo como puede ser el parentesco, un origen común, tradiciones, etc[i]. Al mismo tiempo, se entenderá por conflicto étnico aquella “disputa entre dos o más grupos étnicos causada por la politización de la identidad por parte de políticos ‘egoístas’”[ii].
Breve reseña histórica
Algunos han considerado a Etiopía como el único país africano que nunca fue colonizado, aunque Italia lo intentó en el 1935. Sin embargo, a pesar de ser el país independiente más antiguo de África, Etiopía se caracteriza por sus periódicas sequías, hambrunas y conflictos intergrupo.
La mayoría de los autores se retrotraen hasta la época del emperador Menelik II (S. XIX y XX) y la modernización de Etiopía para comprender los conflictos étnicos en el país. Menelik II formó un «estado» a partir de pequeños reinos que estaban en conflicto. Inicialmente, esa unión se basaba fundamentalmente en que los líderes regionales pagaran impuestos al gobierno central establecido aunque más adelante se introdujeron técnicas de administración clásicas de la burocracia occidental.
Como sostiene Taye en su artículo “Ethnic federalism and conflict in Ethiopia”, se podría decir que en ese momento ya existía un sistema federal de facto donde los líderes regionales tenían cierto grado de autonomía para gobernar sus propias regiones junto a un “rey de reyes” que gobernaba el estado. Un dato importante a destacar es que las divisiones federales en ese momento eran geográficas y no dependían de las etnias.
Hasta mediados del siglo XX, si atendemos a la terminología de Lipset y Rokkan (1967), el clivaje principal en Etiopía era el clivaje centro-periferia. Lo central en la política de Etiopía era la lucha entre las fuerzas regionales y centrales. Sin embargo, las luchas de poder cambiaron y el clivaje principal pasó a ser el de propietario-trabajador, la lucha de clases era lo que motivaba la competición política. En 1974, se llevó a cabo una revolución y se estableció una junta militar (Derg) que acabó con la monarquía y abrazó el comunismo con único partido, de inspiración marxista-leninista, en el gobierno. Entonces, desde el propio estado se promovió una única cultura y un único lenguaje común en todo el territorio etíope hasta 1991. Este proyecto nacionalista de «etiopianización«[iii] fue percibido como un intento de eliminar las diferentes culturas e idiomas existentes en el país, una limpieza étnica (“ethnic cleansing”) se pretendía llevar a cabo.
Durante años la tendencia a la estandarización cultural fue asumida, sin embargo, con el tiempo el pueblo de la etnia tigray en concreto fue más consciente de las diferencias étnicas y la distribución desigual de los recursos entre los grupos étnicos. De esta forma, se estableció el Frente de Liberación Popular de Tigray y sus líderes promovieron la idea de que la verdadera lucha no era entre clases sino entre grupos étnicos. Los nacionalistas trigray veían al grupo étnico Amhara como el principal opresor. El pueblo amhara estaba directamente relacionado con el nacionalismo etíope (proyecto de «etiopianización») y el centralismo y su dominación se percibía como el principal problema de la sociedad etíope.
Así en el 1990, el Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope (EPRDF) fue establecido y configurado por cuatro partidos representando las principales etnias del país: Frente de Liberación del Pueblo de Tigray, Partido Democrático de Amhara, Partido Democrático Oromo y Movimiento Democrático del Pueblo de Etiopía del Sur. No obstante, el EPRDF siempre ha sido liderado por los tigray por lo que esa etnia se ha mantenido en las instituciones desde el establecimiento del partido. EPRDF lideró el derrocamiento de la dictadura comunista en 1991 y estuvo en el poder hasta 2019 ya que el partido ganó todas las elecciones durante ese tiempo.
Con la entrada del frente hubo una reestructuración de las divisiones administrativas, dejaron de ser geográficas para pasar a coincidir con cada etnia. De esta forma se establecieron nueve regiones constituyendo un “federalismo étnico” y los “etno-nacionalismos” se institucionalizaron. Autores como Bekaly Taye o Tom Lavers afirman que los años de gobierno del EPRDF se caracterizaron por la opacidad de la gestión, el secretismo, la ocultación de información sobre asesinatos, insatisfacción pública, limpieza étnica y control de los medios. La presión social y los problemas dentro del partido provocaron que El EPRDF se disolviera en 2019 y la mayoría de sus partidos miembros se fusionaron con el Partido de la Prosperidad. De hecho, Abiy Ahmed, líder del EPRDF, se convirtió en líder del Partido de la Prosperidad y Primer Ministro de Etiopía.
Mapa de la composición regional de Etioía establecida en 1992. | Wikipedia.
Situación actual en la política y el análisis de Etiopía
Desde 2018, cuando Abiy Ahmed se convirtió en primer ministro, Etiopía ha estado viviendo una «liberalización política aclamada en todo el mundo por su ritmo y amplitud”[iv]. Además, Abiy Ahmed recibió el Premio Nobel de la Paz 2019 por promover la reconciliación con Eritrea, así como por liberar a presos políticos y dar la bienvenida a grupos políticos anteriormente ilegales. Sin embargo, el cambio de gobierno no ha sido como se esperaba ya que han surgido numerosos conflictos violentos durante los últimos dos años.
Etiopía tiene 100 millones de habitantes, más de 80 etnias y religiones diferentes. Existen gran cantidad de conflictos entre diferentes grupos étnicos. Por ejemplo, los pueblos Amhara y Oromo cooperaron en 2018 para marginar a los Tigray, pero las alianzas no eran sólidas. Entonces, posteriormente se fortalecieron los nacionalismos de las etnias Amhara y Oromo. Para los Oromo, las élites amhara se habían beneficiado históricamente del desequilibrio de poder, a expensas del resto. Ahora, los Amhara ven a las élites oromo como los nuevos dueños del poder ya que el primer ministro Abiy Ahmed es de ascendencia oromo, aunque los Oromo siguen viéndose a sí mismos como víctimas de la opresión histórica.
Cada grupo étnico etíope percibe la fragilidad del Estado, la falta de representación política en las instituciones nacionales y locales, la opresión de las minorías y la limpieza étnica en las diferentes regiones, desde su propia experiencia. De esta manera, vivir en la región de Oromia perteneciendo a la etnia ahmara supone pertenecer a una minoría y pertenecer a una minoría puede suponer ser perseguido o no poder acceder a los mismos recursos que la etnia mayoritaria del territorio. Esta situación es extensible a cada una de las provincias de Etiopía.
Ha habido un claro aumento del etnonacionalismo, la violencia contra el Estado y entre grupos lo que ha generado importantes desafíos de seguridad. Eso ha producido desplazamientos a gran escala en todo el país y numerosos asesinatos. En 2018, Etiopía «registró el tercer número más alto de nuevos desplazamientos en todo el mundo, con 3.191.000 desplazados internos». Sin embargo, el gobierno no ha sido en absoluto pacifista y no ha hecho lo suficiente para prevenir o detener la violencia entre grupos.
Los académicos sugieren que el principal impulsor de los enfrentamientos étnicos en Etiopía es el federalismo étnico, que ha politizado la identidad étnica. El hecho de que una etnia ostente el poder político hace que las otras etnias se sientan inseguras y con el deber de luchar por las mismas oportunidades, privilegios o estatus. Como sostiene Bates en “Ethnic competition and modernization in contemporary Africa”, se genera una lucha por la diferenciación de estatus y los grupos más avanzados consolidan fácilmente sus posiciones generando importantes desigualdades. En un estado federal étnico, en una competición electoral nacional, cada grupo étnico tiende a votar a su propio representante étnico; las minorías tienden a ser infrarrepresentadas siempre. Del mismo modo, cada grupo étnico en el poder favorecerá a su propia región por lo que el reparto de recursos cambia. No solamente hay una lucha de poder, sino que hay una lucha por los recursos escasos entre etnias.
En Etiopía aparecen entonces desequilibrios en el reparto del uso de la tierra, los recursos hídricos, recursos estatales (fondos, puestos de trabajos, inversiones) o divergencias políticas sobre leguaje o educación. Así, se puede observar lo que «las identidades étnicas en África se fortalecen con la exposición a la competencia política»[v].
En esta línea, los líderes activistas o políticos suelen utilizar la «carta étnica», ya que es un arma atractiva y eficaz en la competición por el cargo. La etnia es una herramienta útil para movilizar a las personas, planear políticas públicas, hacer o disolver alianzas entre grupos. Los líderes políticos utilizan la polarización de la población, basada en la competencia económica por recursos escasos, para lograr sus objetivos en las intuiciones.
Es claro que las estructuras federales que se basan en la etnia contribuyen a tensiones y conflictos étnicos, aumentando las disparidades entre los grupos. Atendiendo a Yusuf y su monográfico “Drivers of ethnic conflict in contemporary Ethiopia”, gracias a la agenda de reformas desde el 2018 y al proceso de liberalización donde cada grupo político ha obtenido más capacidad para comunicar y actuar con mayor libertad, la movilización étnica ha sido más fuerte. Por esta vía, las competencias etno-nacionalistas están más o menos alimentadas por la lógica de la competición por el poder político. Esto conduce a desafíos de seguridad (dilema de seguridad) que llevan a un comportamiento violento colectivo, y en especial contra las minorías, de ahí los millones de desplazamientos forzosos y los miles de asesinatos.
Varios países en África han adoptado el federalismo como forma de organización pero generalmente tienden a favorecer la convivencia entre las diferentes etnias. Por ejemplo, Ghana, en su constitución, prohíbe estrictamente cualquier organización política basada en la etnia. Los problemas de convivencia entre etnias en Etiopía, no proceden de la existencia de etnias, sino de un sistema administrativo basado en el federalismo étnico, que politiza la identidad étnica, y basa la competición política exclusivamente en ello.
La violencia inter-étnica etíope es un claro ejemplo de cómo la vida cotidiana de las personas se ve afectada por un sistema administrativo (federalismo étnico) que fomenta la competencia política directamente vinculada a la etnia.
[i] Bates, R. H. (1974). Ethnic competition and modernization in contemporary Africa. Comparative political studies, 6(4), 457-484.
[ii] Taye, B. A. (2017). Ethnic federalism and conflict in Ethiopia. African Journal on Conflict Resolution, 17(2), 41-66.
[iii] Yusuf, S. (2019). Drivers of ethnic conflict in contemporary Ethiopia. Institute for Security Studies Monographs, 2019(202), v-46.
[iv] Yusuf, S. (2019). Drivers of ethnic conflict in contemporary Ethiopia. Institute for Security Studies Monographs, 2019(202), v-46.
[v] Eifert, B., Miguel, E., & Posner, D. N. (2010). Political competition and ethnic identification in Africa. American Journal of Political Science, 54(2), 494-510.