Elecciones Generales en España: ¿La derecha quedó neutralizada?
De izquierda a derecha: Pablo Casado del PP, Albert Rivera de Ciudadanos y el muy controversial Santiago Abascal de Vox. | Fotografía: RTVE.
El Partido Popular y Ciudadanos, por su parte, se ahogaron en los límites discursivos que les impuso Vox y no pudieron ofrecer nada relacionado a los problemas que las últimas grandes movilizaciones sociales evidenciaron
Varios giros han acontecido en el sistema político español desde que el 15M de 2011 interpeló en las principales ciudades a los grandes partidos y mostró su repudio a la crisis financiera, la erosión del Estado de Bienestar, la corrupción de los dos grandes partidos (PP y PSOE) y las políticas neoliberales que habían dejado sin vivienda y sin empleo a miles de españoles. La fórmula de privatizar las ganancias y socializar las pérdidas, la costumbre de utilizar la infraestructura pública para los negocios, así como la decisión política de salvar a los grandes bancos y no a la gente, la forma tradicional de hacer política y el turnismo en el gobierno central, comenzaron a ser cuestionadas en las urnas y en las instituciones políticas cuatro años después.
El 20 de diciembre de 2015, PODEMOS (1) y sus confluencias territoriales (2), con aproximadamente 5 millones de votos quebraban en menos de ocho meses el bipartidismo español y se proyectaban como un partido en crecimiento con oportunidades reales de gobernar. Detrás, en la cuarta posición, le seguía Ciudadanos (3). Un partido que quería posicionarse como la fuerza política de centro más fuerte y catalizar así el espacio en donde se encuentran la mayoría de los votos. A partir de ahí, cómo se entendía el momento político y las nuevas circunstancias que iban surgiendo en Europa con la crisis de refugiados, el rechazo a la Unión Europea y el retorno de la ultraderecha en el mundo con Trump en Estados Unidos, Bolsonaro en Brasil, Le Pen en Francia, Salvini en Italia, Orbán en Hungría, sería crucial para la política española porque marcarían los tiempos institucionales y modificarían las posiciones de los actores en el sistema político.
Cómo interpretar el aprovechamiento de la avanzada progresista, con el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) a la baja y con los peores resultados de su historia, determinaría buena parte de los acontecimientos actuales. Pablo Iglesias le apostaba a afianzar los votos de las izquierdas e Íñigo Errejón a buscar votos en el espacio hibrido electoral. Finalmente, seis meses después, seguido de la imposibilidad de llegar a acuerdos parlamentarios para elegir al jefe de gobierno y de esa fuerte discusión a lo interno de la fuerza morada sobre la viabilidad de acudir a las elecciones en alianza con Izquierda Unida, el famoso “en política 1+1 no siempre suma 2” de Errejón se hacía realidad, Podemos perdía más de 1 millón de votos en las elecciones del 26 de junio de 2016 y Mariano Rajoy del Partido Popular terminaría siendo presidente de una breve legislatura, derivado de la moción de censura que le realizaron en junio de 2018, pero después de 7 años en el gobierno.
La judicialización de las tramas de corrupción del Partido Popular, especialmente, la sentencia de la Gürtel (4), forzaron la moción de censura a Rajoy, y, junto con el recrudecimiento del conflicto en Cataluña, los recortes y los conflictos en los servicios públicos, la crisis migratoria, la presión de los pensionistas y el avance del movimiento feminista, marcaron el debate político de los últimos dos años en España. Mientras, que, el conflicto territorial catalán y la emergencia de Vox y su victoria en Andalucía en diciembre de 2018 no solo provocó que los principales partidos cambiaran su estrategia sino también terminaría definiendo el ambiente discursivo de las elecciones generales de 2019.
Las izquierdas, sobre todo PODEMOS e Izquierda Unida, optaron por antagonizar al electorado andaluz convocando a una alerta antifascista, alejando de esa forma a los votantes cansados de la política tradicional y de la polarización ideológica. Las derechas, por su parte, formaron un tripartito (5) para poder gobernar en Andalucía. Pero tolerar los discursos de odio les generaría altos costes con un amplio electorado nacional necesitado de certezas en sus condiciones de vida y garantías jurídicas y democráticas en su día a día. Este electorado finalmente prefirió al PSOE antes que a la incertidumbre política que generaban las derechas en su desesperación por mantener el control institucional y territorial desde el gobierno nacional.
Una vez más cómo interpretar el momento político derivado de la inviabilidad del acuerdo de investidura de Pedro Sánchez y de la victoria de Vox, marcó el futuro inmediato de las cuatro principales formaciones partidarias: la negación de la cúpula de PODEMOS por replicar en la Comunidad de Madrid la fórmula partidos + ciudadanos + colectivos que permitió la victoria de las fuerzas progresistas en las principales ciudades españolas y que formó el fenómeno político denominado “ayuntamientos del cambio” como alternativa a los dictados de Bruselas y a la incapacidad del gobierno central para resolver los problemas cotidianos de la gente, provocó que el partido se partiera en dos, al menos entre 2018 y 2019 Errejón, quien fuera el número 2 de la formación morada, se situó afuera del partido y fundó junto con Manuela Carmena la plataforma “Más Madrid” aduciendo una premisa que venía sosteniendo desde Vista Alegre 2 cuando sus documentos políticos perdieron contra los de Pablo Iglesias: Hacia falta moverse, hablarle a más españoles y no únicamente a los que ya estaban convencidos. El Partido Popular y Ciudadanos, por su parte, se ahogaron en los límites discursivos que les impuso Vox y no pudieron ofrecer nada relacionado a los problemas que las últimas grandes movilizaciones sociales evidenciaron, sobre todo, las relacionadas a la agenda de los pensionistas, de los obreros y de las feministas.
Con el 99,99% escrutado, el PSOE (123) y Unidas Podemos (42) sumaron 165 diputados en las elecciones generales del 28-A. De esta manera no llegaron a la mayoría absoluta (176) y necesitarían el apoyo de otros partidos para gobernar. El bloque de la izquierda ganaría al de la derecha, que se quedó todavía más lejos del Gobierno: PP (66), Ciudadanos (57) y Vox (24) sumarían 147. En Cataluña, ERC obtendría 15 escaños, el PSC, 12; En Comú Podem, 7; JxCat, 7 y Cs, 5. El PP solo obtendría un escaño en Cataluña y se quedaría a cero en Euskadi. La participación en los comicios fue del 75,75%, nueve puntos más que en los de 2016. | EDP.
Los resultados electorales refrendaron la importancia de leer bien el momento político y le señalan una ruta de aprendizaje a los cuatro grandes partidos y a sus principales líderes. PODEMOS pasó de ser la fuerza política con posibilidades de hacer el sorpasso y presidir el gobierno, a ser la cuarta fuerza y con una necesidad latente de recomposición y de cambiar el rumbo que ha emprendido desde Vista Alegre 2 Ciudadanos tuvo un notable crecimiento, pero con posibilidad de estancamiento en la medida en que no puedan superar su dependencia a lo que sucede en Cataluña y a las directrices que les formula el Partido Popular (quien frecuentemente les marca su agenda política), porque de otra forma, no podrán liderar al conjunto de las derechas en el futuro inmediato. El Partido Popular, por su parte, fue castigado por los casos de corrupción y por los recortes en el gasto público. Mientras, que, el gran ganador fue el PSOE. Pasó de sacar los peores resultados de su historia, a tener una nueva oportunidad para revitalizarse frente a los ciudadanos progresistas.
En menos de tres años, en un ambiente discursivo determinado por el dilema restauración-cambio político, la discusión mutó de manera galopante. Por el lado de las izquierdas se pasó de hablar sobre cómo aprovechar la avanzada progresista a defender la democracia y sus más elementales derechos y libertades; y por el lado de las derechas, se pasó de discutir sobre la amenaza populista, de la continuidad del status quo, de reivindicar los valores socialdemócratas y de recuperar el repertorio del liberalismo clásico a reafirmar la identidad nacional y a recurrir desesperadamente a las distinciones dentro del discurso conservador (6).
Seguramente habrá un acuerdo para investir a Pedro Sánchez (7), sin embargo, el PSOE tendrá que ser más que sus siglas y que un simple administrador de lo que ya funciona. Porque si algo ha señalado bien Pablo Iglesias, más allá de su discurso rimbombante, es que el partido socialista no es una alternativa real para superar la crisis y la captura de la democracia, solo una gestora que podría reconciliar la relación entre los ciudadanos con la satisfacción de los servicios públicos e implementar las políticas sociales burguesas que le exige el grueso de sus votantes, las cuales, finalmente, profundizan en la práctica la vulnerabilidad social de los ciudadanos más indefensos.
Pero de no hacer ni siquiera lo segundo, estaría preparándose para emular el fracaso que obtuvo el Partido Popular el pasado 27 de abril y posiblemente para perder su hegemonía en el conglomerado progresista español. Porque para rescatar las instituciones de bienestar, cambiar el modelo energético, reconocer la plurinacionalidad, proteger el medio ambiente y a la gente frente a los grandes capitales, para impulsar la democratización de la economía, garantizar los mecanismos de justicia laboral, social, fiscal y territorial; se necesita más que un partido gestor, para lograrlo hace falta una fuerza política transversal y constituyente con capacidad de hacer gobierno.
Si bien en las elecciones de abril se le cerró el paso a la ultraderecha y a sus políticas de odio, esto todavía no implica un avance definitivo hacia un momento progresista en España, por mucho que los votantes “tenga más hambre de futuro que de pasado” como afirmara Errejón en una entrevista a eldiario.es, que haya mayoría para formar un gobierno alternativo a las políticas neoliberales y que simbólicamente Euskadi le respondiera a Andalucía dejando sin representación política al tripartito de las derechas.
“Votaron los que viran al PSOE y otras veces al PP, según sus conveniencias. Pero este sector de la población nunca será extremista, ni por la derecha ni por la izquierda, y estos son los que de verdad deciden el rumbo político. Una vez neutralizada la ultraderecha, nos quedan los dos partidos bisagra, PODEMOS y Ciudadanos, que en muchos casos facilitan los gobiernos, con pactos que nunca son cumplidos por el partido ganador, véase la moción de censura última o el pasado gobierno andaluz. El fenómeno PODEMOS es igual al de Ciudadanos, con la diferencia que en esta ocasión este último sí ha conseguido votos centristas, mientras que la fuerza morada con sus conflictos internos ha desgajado la ilusión de mucha gente joven que ha visto convertidas sus ilusiones puestas en un movimiento político social en un partido tradicional al punto que ya no les ofrece aquellas impresionantes garantías del 15M. Y, por tanto, han preferido quedarse en casa o en la calle reivindicando que votar al vacío” Gustavo Samayoa.
No hay que perder de vista, que, la mayoría progresista de hoy sigue siendo del centro político y que el bipartidismo cultural sigue enraizado en la sociedad española. Esto significa que los esfuerzos por seguirle dando viabilidad institucional al turnismo continuarán por medio de la desmoralización política y/o la facilitación de la formación de un gobierno distinto con el propósito que no existan pactos de investidura (8). Sin embargo, en el contexto actual, las elecciones municipales de mayo para verificar esta tendencia hacia lo progresista, las gestiones de los ayuntamientos del cambio y la voluntad política del PSOE para cumplir con el nuevo acuerdo de investidura definirán los escenarios para advertir el futuro del dilema español: La inserción la ultraderecha y los extremismos en una incubadora que les permita emerger a mediano plazo como una opción real ante las insatisfacciones y la falta de certezas del sistema político o la posibilidad de que las fuerzas progresistas puedan ganar la próxima década (9) , mantengan la pluralidad y la transversalidad, y puedan implementar una serie de políticas de bienestar social.
- Es un partido de izquierdas que fue fundado el 14 de marzo de 2014 y es una de las dos formaciones que surgieron como alternativa al Partido Popular (PP) y al Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
- De los 69 escaños logrados, 27 se debieron a sus alianzas territoriales con Comú Podem en Cataluña; Compromís-Podemos-És el Moment en la Comunidad Valenciana; y En Marea en Galicia.
- Es un partido de derechas que surge de la plataforma Ciutadans de Catalunya fundado en 2006 con apoyo de la élite económica catalana. En 2014 realiza su expansión nacional bajo la premisa que el bipartidismo estaba.
- Es una mega trama de corrupción compuesta por una red de empresas que obtenían contratos públicos a cambio de sobornos a autoridades públicas del Partido Popular, especialmente, en las comunidades de Madrid y Valencia.
- Partido Popular, Ciudadanos y Vox.
- Entendido como el discurso que se opone a los derechos LGBTIQ+, el aborto, la eutanasia, y que clasifica los feminismos y los tipos de violencia machista.
- Toda vez el PSOE no opte por formar gobierno con Ciudadanos.
- En palabras de Errejón: “los partidos del turno ayer se alternaban en el poder, hoy solo gobiernan sigobiernan juntos”.
- Tal y como PODEMOS abanderaba en las elecciones de 2015.