Los desafíos para la democracia en el ecosistema de medios digitales
Debe mirarse a los medios digitales como una posibilidad para crear comunidades de discusión y debate que pueda construir, no solo en la esfera política, sino también en las esferas sociales, culturales, académicas y demás. | Imagen: Medium
Por Julián Camilo Merchán Jiménez
Las redes sociales buscan que estés siempre pegado a la pantalla el mayor tiempo posible mientras analiza tu comportamiento para la generación de datos, por eso se han vuelto una esfera fundamental de la discusión y la contienda política.
Panorama regional
En las últimas dos décadas, los medios de comunicación tradicionales han tenido que verse enfrentados a compartir y migrar su influencia hacia los espacios digitales, esto significó, entre otras cosas, que los espacios de discusión, divulgación y en general, la libre expresión de las sociedades, alrededor del mundo, se vio potenciada a través de las nuevas tecnologías, sin embargo, simultáneamente, el acceso, uso y las restricciones del internet en el mundo se convirtieron factores para crear y transformar indicadores tanto de la libertad de prensa como de la libertad de expresión.
Es importante dar un panorama amplio y comparativo de lo que significan los medios digitales, en este caso, a lo que se refiere en su uso, reproducción y/o censura en la configuración de la información y de los procesos políticos, sobre todo en América Latina. Como punto de referencia, los datos recolectados por el Banco Mundial, dentro del informe sobre el Desarrollo Mundial de las Telecomunicaciones/TIC y base de datos desarrollado por la Unión Internacional de Telecomunicaciones son valiosos, no solo por los datos en sí mismos, sino por la época de recolección y los contrastes.
Los datos más completos que se pueden encontrar sobre la región latinoamericana son del año 2016, en ellos, se muestra el porcentaje de personas que usan internet de la población total por país; Chile lidera la región en estos términos con un porcentaje de 83,5 %, mientras que países como Bolivia, Perú y Guayana no superan el 45%. Pero pasados poco más de 5 años, tanto Bolivia como Perú superan con creces el 50% de personas que usan Internet.
En esta línea, en el informe realizado por la ONG estadounidense Freedom House, en el cual, para la región de América del Sur, se analizaron a Colombia, Ecuador, Brasil y Venezuela, se puede ver una tendencia preocupante, siendo este último país catalogado como “No libre”, mientras que los demás países se denominaron “Parcialmente Libres”, además, la misma ONG expresó una tendencia negativa en su “Puntaje de Libertad” en 6 países de la región.
Con estos datos, no busco más que dimensionemos la importancia que tiene el internet en la vida social y política de las personas, en contraste con los diferentes factores socioeconómicos que influyen en el acceso de las poblaciones a estas nuevas herramientas, mientras que, por medio de la política, se contribuye a la libertad, la regulación y/o a las diferentes formas de censura en los medios digitales.
La burbuja digital
Debemos entender, en el sentido más amplio, que el uso que cada persona le dé a una red social en específico, no es para lo que fue pensada en principio, puesto que las redes sociales están diseñadas para retener a las personas el mayor tiempo posible, por medio del llamado “algoritmo” de cada red social. Tomando en cuenta esto, lo que hacen las redes sociales es regular contenidos y formas, apegándose a las leyes de cada región y a una suerte de normativas “morales” que ahora bien podríamos llamar políticamente correctas, entonces tenemos un canal que continuamente busca que estés allí, mientras intenta regular los contenidos y las formas, y simultáneamente, está analizando tu comportamiento en redes y todos los datos que puedas proporcionar para su propio beneficio.
En esta línea, es normal que las redes sociales se hayan vuelto una esfera fundamental de la discusión y la contienda política, lo cual podría tener beneficios potenciales para la democratización tanto de conocimiento como de la información, que al final resultan por ser procesos positivos para la toma de decisiones en los sistemas electorales alrededor del mundo, sobre todo cuando la prensa independiente y la información contrastada están en contrapeso de los medios tradicionales y oficiales. No obstante, aquí me dedicaré a llamar la atención sobre fenómenos que están dinamitando los beneficios de esta nueva esfera.
Usaré el término Burbuja Digital para hablar de fenómeno que Eli Pariser acuñó como “Filtro Burbuja”, lo cual no es más que referirse a una especie de aislamiento en medios digitales, el cual está basado en las posiciones de cada uno de los usuarios y su propio sesgo informativo; el ejemplo perfecto está en redes como Twitter, donde predomina el contenido escrito, el mismo algoritmo recomienda tweets de personas con posiciones similares, bajo un análisis del comportamiento y contenido del usuario creador de este tweet y a quien(es) está por recomendar.
Esta nueva configuración de los espacios digitales es perjudicial, puesto que crea una visión poco realista de la sociedad, es decir, solo le muestra, en los entornos digitales, con aquello con lo que se pueda sentir cómodo e identificado, si lo enfocamos a algo más superficial, como lo puede ser los gustos musicales, esto significaría que un fanático acérrimo del Punk nunca se cruzaría con la Salsa, no obstante, los contenidos que normalmente se discuten son mucho más trascendentales, como la política nacional e internacional.
El debate y la comunicación política tienen un reto fundamental si se piensa en mejorar tanto el nivel del debate como la creación y uso de la cultura política digital. Este reto es romper las burbujas digitales para propiciar debates nutridos de diferentes posiciones, pero, sobre todo, un debate en el cual se pueda debatir; muchas de las posturas políticas, en especial de personas que no están comprometidas a investigar o no están informadas se basan de las opiniones de un tercero, por lo tanto, las burbujas digitales solo aumentan estas tendencias, por lo menos en lo que respecta a alimentar solo un pensamiento sin darle importancia a contrastar posturas e información.
Este fenómeno enfocado en la región, de forma simultánea, ayuda a crear una especie de movimientos sectarios que no están abiertos a nuevas formas de comprender y transformar la política; muchos de los países de América Latina han pasado por gobiernos populistas y basados en la figura de un caudillo, esto, sumado a las figuras históricamente perjudiciales de las dictaduras, configura una cultura política en las diferentes sociedades donde los proyectos políticos no tienen tanto peso como si lo tienen las figuras personales, lo que podríamos llamar los “Ismos”. Si pensamos en una clave asociativa entre los diferentes procesos actuales e históricos de la política caudillista y las nuevas formas de aislamiento intelectual en los medios digitales, se debe señalar que puede haber una conexión potencialmente peligrosa para una verdadera construcción de cultura y pensamiento crítico con respecto a la sociedad civil y a la sociedad política.
Activismo de sillón y organización de activismo digital
Un aspecto que se debe señalar, aunque se viva en la cotidianidad, es la forma como los medios digitales han sido utilizados como herramientas de organización de movimientos sociales, y las últimas experiencias latinoamericanas lo avalan; el caso colombiano es tal vez el más resonado en los últimos meses, demostrando la utilidad de las redes sociales como un medio no solo de organización, sino también como un medio válido de protesta y de denuncia de las múltiples problemáticas sociales que sufre este país en el sur de américa.
Por otro lado, en el caso que mencioné anteriormente, también existió una forma de Activismo de sillón, el cual está enteramente ligado con el término Slacktivismo, con estos términos se hace referencia a figuras de protesta u organización digital que solo se quedan en una especie de conformismo, como también una forma de recompensa social o moral, sin necesariamente tener como objetivo un impacto real o significativo dentro de las diferentes sociedades y sus coyunturas.
Ver esta publicación en Instagram
En este sentido, la idea de ayudar a una causa se convierte en solo una forma más de exponerse en los medios digitales como una persona comprometida y, por lo tanto, ganar réditos sociales y morales con las personas que puedan ver su contenido “comprometido”. De ninguna forma se le debe quitar peso a las formas y los medios de organización/presión social que se desarrollan en los medios digitales, puesto que son una de las herramientas más importantes dentro de las nuevas experiencias de resistencias en las últimas dos décadas, no obstante, se debe ser crítico a la hora de separar estas organizaciones, de las formas simplificadas e incluso egoístas que solo buscan quedar bien ante ciertas personas.
A esto debemos agregarle aquello que mencioné al principio de este artículo, el acceso, uso y restricción del internet para la población es un factor crucial, pensando en que la posibilidad de acceder a esta herramienta está ligada fundamentalmente a factores socioeconómicos, y en menor medida, también a aspectos culturales. No todas las personas tienen el acceso a esta herramienta y, por otro lado, el desarrollo de la alfabetización digital no ha sido tan eficaz ni amplia como se cabría esperar, pensando en clave regional, muchas de las personas no cuentan con la herramienta, la infraestructura necesaria o incluso la educación necesaria para hacer un uso adecuado y positivo para sí mismos.
Una reflexión final
Es una obviedad decir que los medios digitales hacen parte de la vida cotidiana de la mayoría de las personas hoy en día, pero la clave en la frase anterior está inmersa en la palabra mayoría, puesto que múltiples factores de desigualdad, fundamentalmente asociados a aspectos socioeconómicos, son una de las múltiples barreras que las sociedades deben quitar para todas las personas, no solo para una mayoría. Debe mirarse a los medios digitales como una posibilidad para crear comunidades de discusión y debate que pueda construir, no solo en la esfera política, sino también en las esferas sociales, culturales, académicas y demás.
En este sentido, los proyectos públicos y privados que promuevan tanto la alfabetización digital como la construcción del pensamiento crítico, deberían ser apoyados y desarrollados de forma más amplia y constante, mientras que simultáneamente se vaya creando una especie de conciencia colectiva sobre las diferentes problemáticas que se han configurado como resultado de la migración de las interacciones sociales a los medios digitales, de forma que se puedan romper diversos esquemas perjudiciales para la sociedad.
Fuentes consultadas:
Amnesty International. (2021, 7 octubre). Toxic Twitter – A Toxic Place for Women. Recuperado 27 de noviembre de 2021, de https://www.amnesty.org/en/latest/research/2018/03/online-violence-against-women-chapter-1/
Banco Mundial. (s. f.). Personas que usan Internet (% de la población) | Data. Grupo Banco Mundial. Recuperado 27 de noviembre de 2021, de https://datos.bancomundial.org/indicator/IT.NET.USER.ZS
Digital Future Society. (2021, 30 marzo). El activismo de sofá funciona y es necesario. Recuperado 25 de noviembre de 2021, de https://digitalfuturesociety.com/es/qanda/el-activismo-de-sofa-funciona-y-es-necesario/
Freedom House. (2021). FREEDOM ON THE NET 2021 The Global Drive to Control Big Tech. https://freedomhouse.org/sites/default/files/2021-09/FOTN_2021_Complete_Booklet_09162021_FINAL_UPDATED.pdf
García-Ávila, S. (2017). Alfabetización Digital. Razón Y Palabra, 21(3_98), 66–81. Recuperado a partir de https://revistarazonypalabra.org/index.php/ryp/article/view/1043