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El libro comienza por examinar las condiciones sociales, culturales y políticas que dieron lugar al surgimiento de la posmodernidad. Anderson sostiene que la posmodernidad se originó en la segunda mitad del siglo XX como una reacción a la modernidad ya las ideas y valores que la acompañaron.
Anderson argumenta que la posmodernidad se basa en una crítica fundamental a las metanarrativas, es decir, a los grandes relatos o características unificadoras de la historia y la sociedad. En lugar de buscar una verdad universal y objetiva, los pensadores posmodernos enfatizan la fragmentación, la diversidad y la multiplicidad de perspectivas.
El autor examina las influencias intelectuales que contribuyeron al desarrollo del posmodernismo, incluyendo la teoría crítica de la Escuela de Frankfurt, el estructuralismo, el postestructuralismo y el existencialismo. Destaca la importancia de pensadores como Jean-François Lyotard, Michel Foucault y Jacques Derrida en la formación de la corriente posmoderna.
Además, Anderson explora las conexiones entre la posmodernidad y los cambios económicos y políticos de la sociedad contemporánea. Examina cómo el posmodernismo se ha relacionado con la globalización, el consumismo, la cultura de masas y la transformación de las estructuras sociales y políticas.