¿Dónde están las ideas de la oposición en Argentina?

La lucha de La Libertad Avanza no es contra Cristina o el peronismo; es contra el PRO o cualquier espacio que intente representar el antiperonismo. Es por eso por lo que Milei pretende fusionarse con Macri, porque sabe que los libertarios más que manada son dos o tres. | Imagen: Revista Anfibia.
Por Emiliano Jatib.
Las ideas, en el discurso político actual, son como un semáforo en verde en una calle vacía. Es esta la gran crisis que tiene la clase política no oficialista: la crisis de las ideas.
Los últimos 45 días de la gestión del oficialismo han resultado ser fatales. No hace falta enumerar los errores que se han cometido (criptogate, Santiago Caputo, etc.) ya que son de público conocimiento. Sin embargo, este artículo, lejos de ofrecer un asiento cómodo a los críticos del oficialismo (asiento que me cabe) más bien pretende correr la bruma que cubre la razón opositora.
Un pensamiento crítico sin contrapartida positiva es un pensamiento vago, precario, pulsional. Es, ciertamente, el peor de los pensamientos. “El discurso crítico sin contrapartida positiva cae en el vacío. El escepticismo generalizado y la burla sistemática tienen de sabiduría solo la apariencia” (Todorov, 2014). Es esta la gran crisis que tiene la clase política no oficialista: la crisis de las ideas.
Muy probablemente algún circulo de politólogos o ese tipo de gente que aplica reglas universales para analizar cualquier sociedad cuestione fervorosamente este escrito diciendo cosas como: “estos son tiempos de populismo”, “el candidato que grite más fuerte, gana” o “Laclau y la razón populista es el libro que hay que leer”. Pues bien, me niego a creer en esas palabras. Es más, me niego a creer que la política se haya convertido en eso.
Fuente: El Estatista.
Miles de críticas se le pueden hacer a Milei, miles de opiniones puede haber acerca de su campaña política para llegar a la presidencia. No obstante, fue el único candidato que colocó una ideología disruptiva sobre la mesa (mala o buena), el único candidato que puso ideas pioneras en el tablero (malas o buenas). Esta cuestión no puede pasarse por alto. De repente apareció un tipo de inusual aspecto y ojos saltones, expuso de manera exaltante tres o cuatro ideas que más o menos podían funcionar y llegó a la presidencia.
Más allá de la derecha mundial
En este sentido, y más allá del “giro de la ultraderecha mundial”, la política opositora necesita ideas. No se puede seguir criticando sin contrapartida positiva, y menos adoptando los modos y formas del presidente. Es un grave error creer que Laclau encarna el espíritu de las masas argentinas. Milei fue el único candidato que se encargó de criticar durante largos años la totalidad del sistema político argentino y, al mismo tiempo, proponer un sistema distinto, sugerir ideas nuevas (dolarización, váuchers, eliminación del BCRA, reforma del Estado, etc.). Demás está decir que ni una se hizo carne.
Ahora bien, no estoy para juzgar la moralidad de sus propuestas, sino para demostrar que ejerciendo tan solo la crítica no basta para llegar a la presidencia. A fin de cuentas, Milei también ganó por haber suministrado un esquema de país distinto a los anteriores.
Así pues, la oposición parece no haber observado esa fracción de la campaña mileista (el contenido) y tan solo se ha dedicado a replicar sus formas. La oposición no puede dar una confrontación de conceptos, menos aún de propuestas. Por otra parte, tampoco puede apartarse del juego político que ofrece el oficialismo, el juego del griterío.
Milei está inclinando el tablero a su favor y todo el espectro político lo acompaña. Las ideas, en el discurso político actual, son como un semáforo en verde en una calle vacía. Es preciso explicar que no propongo el rey filosofo de Platón o la idea del pastor gobernante que guía a su pueblo hacia el bien común de Tomás de Aquino. De hecho, mis demandas son mucho más mundanas.
Educación, salud, economía, pobreza, etc. ¿qué propone la oposición? No veo a ningún representante disertando proyectos novedosos (como si lo hizo Milei en su campaña) con relación a estas áreas. ¡Nadie está pensando el país! Tan solo se limitan a criticar un gobierno fácilmente criticable. La sociedad exige propuestas. Milei propuso una idea distinta en cada área, Milei es presidente.
Es importante señalar que el oficialismo sigue sin gustar a gran parte de su electorado (más precisamente el que le llegó desde el PRO). Los fanáticos libertarios, los que dan la “batalla cultural” son una minoría palpable. Lo que sucede (gran acierto del gobierno) es que Milei posee el monopolio del voto antiperonista. La lucha de “La Libertad Avanza” no es contra Cristina, Moreno o Grabois; es contra el PRO o cualquier espacio que intente representar el anti peronismo. Es por eso por lo que Milei pretende fusionarse con Macri, porque sabe que los libertarios más que manada son dos o tres.
Kirchnerismo, peronismo y antiperonismo: un trío complejo
Hablar de oposición es hablar de esta trieja que verdaderamente resulta compleja de analizar. La relevancia del tema exige aclarar que esta división no abarca la totalidad de la sociedad (los fanáticos libertarios están excluidos). Sin embargo, si su mayoría.
El antiperonismo, que apoyó al PRO en 2015 pero ya comprendió que Macri es Macri representa la sección más accesible de desnudar; la conversación se muestra más o menos así:
-¿Te gusta Milei? -No, pero antes que votar un peronista/kirchnerista me corto las manos.
Este tipo de pensamiento fue el que supo captar el PRO en 2015 y que aún Milei no puede seducir. Ese sector antiperonista (no libertario) más “razonable” que añora la primavera alfonsinista pero detesta la corruptela kirchnerista, sabe muy bien que Milei no es su ideal, pero quiere conservar sus manos. Allí se abre una puerta, a juzgar interesante o no, de representación, ya que el macrismo no dejó un solo votante sin desilusionar. Ese sector está sediento de caras nuevas, de propuestas honestas y gente virtuosa. Allí faltan ideas.
El peronismo de rigor, quizá comandado por Guillermo Moreno y algún otro, es un fenómeno reciente y a su vez llamativo. Este espacio aguarda con brazos abiertos a los kirchneristas desencantados. Su tarea, ellos lo dicen, es diferenciarse de CFK y los suyos, separarse del “peronismo de izquierda” y volver a las bases.
Pareciese, por momentos, que Moreno es el revolucionario que fue Milei en 2023. El viejo peronista propone una idea atrás de la otra. ¿El problema? Las ideas son vetustas como el general. Ser peronista en 2025 es como intentar dirigir un tren con un manual de vapor. El peronismo está atrapado en un juego terrible: captar un público actual con ideas de 1945. La tarea resulta, a priori, difícil.
Llegamos al único sector político que gobernó tres veces consecutivas desde la Ley Sáenz Peña hasta hoy; el kirchnerismo. No podemos olvidar que el kirchnerismo constituye el “Partido Justicialista”. Sin embargo, enfrenta una crisis enorme: la frustración. Causa que el kirchnerismo tocó, causa que defraudó. Más de un fanático saltó al bando de Moreno y los vetustos.
Este espacio es quizá el más complicado de todos. Su jefa está retirada y no preparó herederos. Kicillof no tiene pasta de presidente: su falta de talento retorico, el mal manejo en la renacionalización de YPF, la mala gestión de las relaciones internacionales, además de su complicado trato con el sector privado (sumado al distanciamiento de la jefa) lo muestran como un árbol sin frutos.
Por otro lado aparece Juan Grabois; titular de un discurso contradictorio en términos ideológicos y por momentos utópico, sumado a un estilo confrontativo y un enfoque suficientemente estatista. Su narrativa bien sabe despertar fascinación en los sectores juveniles más progresistas, pero su proyecto prevé más una quimera que una oportunidad.
El kirchnerismo, su jefa, representa al espacio político más crítico del oficialismo. De las últimas seis elecciones ganó cuatro y, hoy en día, parece ser un ciclo cumplido; por un motivo fundamental: la ausencia de herederos asequibles. Es como una canción pegadiza de la que la argentina no podía dejar de tararear el estribillo, hasta que un día se dio cuenta de que ya no le decía nada.
Conclusión
Entre estos tres sectores pulula la oposición. Sectores difícilmente conciliables entre sí. Sin embargo, es el espacio que dejó el PRO (fruto de su ineptitud), y Milei captó solo en forma de voto en 2023, el que puede ofrecer una esperanza futura. Tanto el peronismo de Moreno como el kirchnerismo representan, cada uno a su manera, lo anterior.
Asimismo, las diferencias entre ellos suenan más agudas que las semejanzas. Cristina y Moreno, son el pasado; Milei es lo nuevo. Hay allí, entre lo viejo y lo nuevo, un espacio, un casillero que en su fachada dice “ideas”. Ese casillero tiene en su interior una gran porción del país sedienta de creer, de ser liderada. Deposita en alguien, hoy carente, una ilusión.