La batalla cultural de Milei está en oferta

Mientras el gobierno de Milei desinfla su retórica y el peronismo sigue en coma ideológico, la batalla cultural se vuelve un saldo de temporada.
Por Emiliano Jatib.
La crítica a las formas y modales del libertario esconden, tras cartón, un naciente malestar por parte de su electorado más diletante.
La batalla cultural está en oferta (porque nadie quiere comprarla)
A poco menos de dos años del gobierno de Milei las cosas no han cambiado demasiado. El oficialismo no ha demostrado ser la solución a los problemas económicos de los argentinos y la oposición no ha demostrado por qué debería volver.
Milei y sus esbirros han manifestado, y lo seguirán haciendo, que van por todo. En lo económico, donde “El Javo” se presenta como el estadista experto, las cosas continúan difusas y nosotros, los argentinos, comenzamos a hacernos algunas preguntas… el superávit fiscal, ¿existe? La inflación bajó, pero, ¿por qué nos sigue costando? ¿Cuándo (si es que) llegarán las inversiones?
Estas preguntas aún son incipientes y parecieran no tener del todo protagonismo. Sin embargo, hay otros cuestionamientos que, a juicio de quien escribe, son tan ruidosos como el perro del vecino. Estos cuestionamientos se presentan con cierta frescura y pivotan alrededor de “las formas”.
No puedo escucharlo más, dice un tachero. Este tipo está loco, advierte un repartidor de Rappi. Desde su casa, Daniel le ordena a su esposa que cambie de canal, laburó todo el día y no tiene ganas de escuchar las vulgaridades del presi. Algo en común poseen estos tres muchachos. Sí, los tres votaron a Milei. Hace un rato, cuando la inflación bajaba en picada y el dólar acompañaba tal descenso, estos tres tipos celebraban las formas, los insultos y el amedrentamiento de El Peluca. Sin embargo, algo cambió.
El dólar sube como pedo de buzo, la inversión externa es cero y, asimismo, una porción de multinacionales ha huido del país. No es casualidad, dada la escasez de logros económicos del gobierno de Milei, que múltiples votantes comiencen a demostrar cierta impaciencia, curiosamente, en las formas narrativas del libertario.
Milei disertó en Washington en el marco de la Conferencia de la Acción Política Conservadora (CPAC). Fuente: Télam
Como consecuencia –y atención a esto–, toda crítica a las formas es, tras bambalinas, un llamado de atención, un tirón de orejas al presidente y su equipo económico. Cuando el dólar y la inflación bajan, las formas se celebran. En contraste, cuando el dólar y la inflación no bajan, las formas se castigan. De manera que, la crítica a las formas y modales del libertario esconde, tras cartón, un naciente –y sospechoso a la vez– malestar por parte de su electorado más diletante. Malestar, desde ya, atribuido a la deficiente gestión económica.
Por otro lado, la batalla cultural está en oferta. El éxito de tal empresa, por primera vez, titubea. La gente de a pie no entiende un sorete de marxismo cultural y, de vez en cuando, se consulta a qué zurdos combaten. Dejémoslo claro: la batalla cultural es un mecanismo, más o menos aceitado, basado en la cacería de chivos expiatorios.
La cosa funciona de la siguiente manera. Sube el dólar y la autoría es del peronismo. Las inversiones no ingresan y la culpa es, o de los homosexuales, o de Marx. Se sanciona una ley en el Congreso, a favor de los jubilados, y el responsable es Matías Alé.
Con todo, podemos concluir que la batalla cultural sólo conquista cuando los resultados económicos acompañan. Cierto sector del electorado del líder libertario no tiene ganas de escuchar un presidente vulgar y ordinario si no es a costa de que su bolsillo mejore.
Algo raro sucede en el peronismo
Es preciso distinguir la situación absolutamente singular que atraviesa el oficialismo: patea a un arco que carece de arquero. Por lo cual, todo remate más o menos direccionado, es gol. El portero, o sea el peronismo, me cuentan que estaba llegando a la cancha y se olvidó los guantes…
El peronismo, o los peronismos, está en el momento de vulnerabilidad más intenso de 1983 para acá. Su líder, la jefa, anda con una tobillera para todos lados –y no de esas que se consiguen en los artesanos–. Sin embargo, el mayor problema no es ese. El problema central recae en la sucesión: la jefa fue tan inteligente que se olvidó de preparar herederos.
Algo raro está sucediendo en el PJ, hay una suerte de cosmopolitismo ideológico en su interior. Imaginen que en una mesa se sienten, copa de vino de por medio, un marxista, un nacionalista, feministas, conservadores, pero que todos ellos se digan a sí mismos “peronistas”; incomprensible… Hay allí, en el seno del peronismo, dos cuestiones interesantes: como se dijo, ausencia de líderes populares y carismáticos y un peligroso frankenstein ideológico incapaz de civilizarse.
El brutalismo comunicativo de Mieli. Fuente: Revista Anfibia.
El gobierno de Milei posee, como dijimos, la ventaja de no tener un contrincante ciertamente sagaz. Esto es a todas luces un importante beneficio para un neófito gobierno que, a menos de dos años de asumir el poder –y sin brillantes trofeos en su vitrina–, es la única fuerza política, a nivel nacional, capaz de ofrecer a su electorado un pastor y un sendero.
Cabe señalar que dentro del electorado mileísta más férreo ni por asomo hay jóvenes formándose en las filas del anarcocapitalismo o el liberalismo extremo. Estos jóvenes, hoy están y mañana no. Milei puede hacer muchos esfuerzos por crear una “causa” pero bien sabemos que las causas cayeron junto al Muro de Berlín. De manera que, el presidente depende pura y exclusivamente de lo que haga o deje de hacer en el campo económico.
¿Qué pasará en octubre con Lidia?
Las elecciones legislativas de octubre darán que hablar. Se renovarán 127 bancas en Diputados y 24 en el Senado. La Libertad Avanza las necesita para avanzar con su plan económico. El peronismo las necesita para frenar el plan económico de La Libertad Avanza. La lucha entre oficialismo y oposición es a muerte.
En contraste, Lidia, a eso de las 12 del mediodía, salió a hacer las compras. Primero fue a la carnicería. Su nieto, Pedrito, iría a almorzar más tarde. Consultó el precio del lomo y del ojo de bife. Salió, tardó en encender el cigarrillo, el viento azotaba. Nena, dijo, haceme una pizza.
En cuanto a lo que viene, consultar al tarot, o a Karina. El tablero es incierto como el tipo de cambio flotante. Los que votaron al gobierno de Milei siguen esperando una mejora en su calidad de vida. Los que no votaron a Milei lo quieren lejos del poder. El plan de gobierno del peronismo si mañana se va Milei es rígido como un flan. En fin, la historia no ilumina el futuro cuando las condiciones del presente carecen de precedentes.