Historia de la sexualidad 2: el uso de los placeres

Historia de la sexualidad 2: el uso de los placeres

Michel Foucault

Historia

2003

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En Historia de la sexualidad II, Michel Foucault desplaza el foco de la represión moderna hacia las prácticas antiguas. Lejos de entender la sexualidad como una verdad interior o una identidad, este volumen propone analizarla como un campo de problematización ética. Foucault explora cómo los griegos y romanos se preguntaban por el uso legítimo de los placeres, configurando una relación diferente entre sujeto, deseo y moral.

 

La sexualidad aquí no remite a una esencia ni a una pulsión reprimida, sino a una forma de relación con uno mismo y con los otros, moldeada por discursos, reglas y técnicas. En lugar de buscar una verdad profunda sobre el sexo, los antiguos se preocupaban por el control y el buen gobierno de los placeres, especialmente en relación con el cuerpo, la dieta, el matrimonio y la posición social.

 

Una ética del cuidado de sí

Foucault muestra que en la cultura grecorromana existía una preocupación por el uso adecuado del placer, enmarcada dentro de una estética de la existencia. No se trataba de obedecer mandatos externos, sino de ejercer una práctica de libertad: la constitución del sujeto a través del dominio de sí mismo. La sexualidad, en este sentido, se pensaba como algo que podía y debía ser gobernado mediante un conjunto de reglas éticas, no por culpa o pecado, sino por armonía y moderación.

 

El texto recorre tres ejes: la dietetica (cuidado del cuerpo y los placeres sensuales), la economía (relaciones dentro del hogar) y la erótica (relaciones con los jóvenes y las reglas del deseo). Foucault no idealiza estas prácticas, pero las contrasta con la moral sexual cristiana que luego convertirá el deseo en pecado, y al sujeto en penitente. Así, el libro invita a pensar la sexualidad como construcción histórica, no natural, sujeta a formas cambiantes de gobierno de sí y de los otros.

 

El uso de los placeres no es un retorno nostálgico al pasado, sino una genealogía crítica que muestra cómo podríamos pensar la ética del deseo sin caer en modelos represivos o esencialistas. La propuesta foucaultiana es clara: en vez de buscar una verdad del sexo, exploremos las formas en que producimos subjetividades a partir del placer.