Nunca podré comprarme una casa: la encrucijada de millennials y centennials
Imagen: El País
Por Melania Juárez Ortmann
Creo que nunca me voy a poder comprar una casa, a veces saco cuentas al aire y mi mente recula en silencio, también pienso que, en el fondo, mucho no me importa, entonces pienso si está bien sentir indiferencia por lo que el mundo exige.
Leandro Gabilondo
A través de esta artículo se analiza la experiencia del MOI (Movimiento de Ocupantes e Inquilinos) como un ejemplo a la hora de buscar una solución a la crisis habitacional actual. El movimiento representa una nueva forma de pensar los espacios que habitamos en la ciudad y como los construimos. Se analiza otra manera de ejercer el derecho a la vivienda y otra forma de pensar el rol del Estado. Se propone salirse del pensamiento individualista de la casa propia como propiedad privada y pensar en la propiedad como colectiva llegando a ella a través de la autogestión, el cooperativismo y la ayuda mutua que son las banderas del Movimientos de ocupantes e inquilinos.
En la actualidad, gran parte los ciudadanos, pero en especial las generaciones más jóvenes nos enfrentamos a un problema creado por las constantes crisis económicas que surgen y resurgen en las últimas décadas, la precarización laboral y mercado inmobiliario dolarizado e inflexible: la gran mayoría de nosotros nunca vamos a ser propietarios de nuestros hogares. El sueño de la casa propia se nos diluye y enfrentados a un nuevo paradigma de sociedad, donde el capitalismo entra en cuestionamiento y se busca nuevas formas de sociedad vale preguntarse si no es hora de buscar nuevas formas de habitar la propiedad, no ya como la propiedad privada sino como propiedad colectiva. Pensar el problema del hábitat como una cuestión colectiva y no individual.
Además, pensar a la vivienda digna como un derecho que tenemos que ejercer y defender, especialmente en las ciudades, que no nos obliguen a habitar nuestros espacios de una sola forma, no tener que ser nómades por culpa de los contratos de alquiler ni tener que conformarnos con las soluciones habitacionales que el Estado nos presenta, que suelen estar alejadas de las facilidades que nos ofrece la ciudad y a veces se convierten en una especie de barrios segregados.
¿Qué es el MOI y por qué lo elegí como la posibilidad de un nuevo paradigma?
El MOI (Movimiento de Ocupantes e Inquilinos) se define como una organización social, política y territorial que lucha por la vivienda, el hábitat popular y el derecho a la ciudad. Sus banderas son la propiedad colectiva, la ayuda mutua y la autogestión. La posición frente al Estado de este movimiento social es proponer y reivindicar la instalación de políticas populares e integrales del hábitat. El MOI se maneja a través de cooperativas de trabajo donde el aporte directo es la mano de obra de los integrantes, todos hacen las casas de todos. Para ellos, la organización colectiva es transversal, aparece como una realidad diaria, cotidiana. La autogestión es una herramienta para construir no sólo viviendas sino también un grupo humano.
El objetivo de este artículo es proponer una nueva forma de ver la propiedad y la vivienda a través del análisis del MOI, presentar este movimiento como una posible solución a un problema actual, poder salirse del pensamiento individualista, pensar que si este problema afecta a una gran parte de la población entonces la solución tiene que ser colectiva. Repensar la forma en que habitamos nuestras ciudades, defender nuestro derecho a que sea accesible a todos y no un negocio inmobiliario de locaciones para el mejor postor, exigir nuestro derecho a disfrutarla y vivirla. Considerar la posibilidad de que nuestra generación y las generaciones venideras no van a estar obligados a pagar un alquiler en el que se vaya la mayor parte de sus salarios. La propuesta es romper con la cultura individual de “el sueño de la casa propia” y reconstruirlo en forma de propiedad colectiva, cooperativismo y ayuda mutua.
La experiencia del MOI
El Movimiento de Ocupantes e Inquilinos tiene una fuerte creencia en que nadie debe destinar más del 20% de su salario para pagar su vivienda, para ellos, pagar alquiler es “quemar plata” y lo que proponen frente a esto es revertir la cultura individual.
A través del cooperativismo y la autogestión se construye no solamente vivienda sino también un grupo humano donde la solidaridad entre personas es la base. La autogestión representa para ellos no sólo una forma de reorganizarse y repensarse frente a la hegemonía del capitalismo sino también una transformación de las relaciones sociales, las relaciones de poder y las relaciones de propiedad. Pensar la función social de la propiedad.
Tomando el caso del MOI se puede ver un ejemplo de cómo los movimientos cooperativos autogestionados son una alternativa frente a las grandes empresas contratistas que ganan muchísimo más de lo que gastan construyendo viviendas y la ganancia es sólo es para unos pocos.
Pero, ¿cuál sería el rol del Estado para el MOI? En palabras de Carla Rodriguez, una de sus integrantes: “Hay que repensar la forma en que el Estado acompaña, porque la producción autogestionaria no niega el papel del Estado, lo que invita es a repensar los diseños de la institucionalidad para potenciar las capacidades de los trabajadores organizados.” Lo que este movimiento propone es pensar de manera integrada el trabajo, la vivienda, el hábitat, la salud y la educación, acercarse a la democracia participativa, construir instancias de iguales. Que la piedra fundamental sea la participación y el trabajo en equipo. No buscan aislarse, sino que todos participen.
Incluso el Estado “necesita también la autogestión que tiene que ver con la capacidad de administración directa de los recursos del Estado. Los recursos del Estado, como planteaba, son recursos de todo el pueblo. Los recursos no es solamente la plata. Recursos son la capacidad de generar normativas. Recursos son las capacidades de los equipos profesionales, los trabajadores de planta, el modo en que se desarrollan todas esas capacidades para permitir producir, de otra manera, bienes y servicios, y, en última instancia, la organización de la vida”, dice Rodriguez, participante del MOI.
Lo que el MOI busca es un Estado garante de derechos que permita y ayude a que otras formas de desarrollarse y vivir sean posibles. Un Estado presente es fundamental si se quiere disminuir la crisis habitacional que estamos enfrentando, un Estado que habilite leyes o disponga recursos sería de gran ayuda para garantizar la posibilidad de viviendas dignas para todos, y no como asistencialismo, sino permitiendo a cada uno desarrollarse y habitar el espacio como desee. Lo que el MOI busca es transformar la institucionalidad para redirigir los recursos y capacidades públicas para atender a las necesidades reales de los habitantes de la ciudad, tener la posibilidad de manejar directamente los recursos del Estado.
Otro asunto que compete al MOI es el derecho a habitar los espacios de la ciudad. El tema de “se vive donde se puede pagar” es un asunto que ponen en discusión. Si la limitación para vivir es el ingreso, seguramente se irán construyendo barrios según la clase y status social de cada uno de los ciudadanos segmentado la ciudad y segregándola: para algunos todo va a ser más fácil y accesible y otros van a tener que conformarse y gastar aún más parte de su salario para poder acceder a lo que los más afortunados acceden fácilmente. El MOI propone universalizar la centralidad, es decir, un acceso pleno a la vida urbana para todos, democratizar los territorios.
La ciudad es para que la habiten todos y no para ser explotada como una mercancía. Una de las frases que utiliza el MOI en su lucha es “la vivienda y la ciudad son un derecho y no un negocio” y para ellos los derechos se conquistan, se ejercen y defienden. Para hacerle frente a este problema, lo que proponen es la propiedad social que reúne todos los ejes de este movimiento: cooperativismo, autogestión, ayuda mutua y propiedad colectiva. Y también pensar de manera transversal, es decir, que todo tiene que ver con todo, el asunto de la vivienda no está despegado de, por ejemplo, el trabajo o la educación. El Movimiento de Ocupantes e Inquilinos es una respuesta política frente al problema habitacional.
Nuevas formas de pensar la propiedad y habitar los espacios
La experiencia del MOI es un ejemplo para dar una posible respuesta a un contexto de crisis actual donde la mayoría de los habitantes no puede llamar hogar a la vivienda que habitan y deben conformarse con el espacio donde viven por una cuestión económica. Si dejamos de pensar que la cuestión de la vivienda y la ciudad son asuntos individuales, podremos renunciar al pensamiento conformista de “esto es lo que puedo pagar yo y lo acepto” y ejercer colectivamente nuestro derecho a tener acceso a la vivienda y la ciudad de una forma democrática y justa para todos. Dejar de ver el suelo que habitamos como mercancía de la que sólo unos poco sacan ganancia.
Entender que “la casa propia” no tiene por qué ser una propiedad privada, sino que podemos pensarla como colectiva, que se puede construir desde la ayuda mutua donde todos cooperamos entre todos en vez de mercantilizar la vivienda a través de constructoras, que nuestra casa esté hecha no sólo por nosotros sino por nuestros vecinos. Ver el cooperativismo y la autogestión como formas más amables y equitativas para que más personas accedan al derecho de la vivienda en lugares que sean de su agrado y no sólo porque es a lo que podían acceder. Repensar los espacios de la ciudad, defender nuestro derecho a habitarla de forma accesible para todos.
Repensar al estado como una institución que debe disponer de los recursos públicos para todos porque son de todos, verlo como un agente que nos juegue a favor y no que beneficie a las altas cúpulas, poder reclamarle que cumpla su rol, que garantice nuestros derechos. Frente a los problemas que nos tocan atravesar como sociedad es de gran ayuda buscar respuesta en otras experiencias distintas a las nuestras, buscar soluciones colectivas que nos permitan pensar en conjunto en vez de aislarnos individualmente y resignarnos a pensar que las respuestas sólo vienen de arriba.