¿Por qué es tan difícil conseguir trabajo como politólogo?

Si la política, desde una perspectiva teórica, se ocupa de buscar las mejores formas de convivencia, puede preguntarse, entonces, si habrá una disciplina que tenga un objeto no solamente más noble, sino más urgente.
Por Jonathan Peláez.
El problema de la empleabilidad del politólogo no es su falta de pertinencia, sino el desconocimiento generalizado de su potencial.
Vocación política y desafíos laborales
Hace unos días, en un grupo de whatsapp de egresados de Ciencia Política, se abrió espacio para la discusión sobre las dificultades para acceder al mundo laboral, de acuerdo a nuestro campo de acción como politólogos. En ese momento, recordé un artículo que había leído recientemente y que titulaba: “Make gestión pública great again”, escrito por Jenifer Paola Samaniego, en el cual se resaltaba la importancia de vocación de servicio en la administración pública y de como funcionarios comprometidos con el bienestar colectivo generan mejores resultados e inspiran confianza en la ciudadanía. Además, enfatiza la necesidad de un cambio cultural en las instituciones públicas, promoviendo la transparencia, la ética y la rendición de cuentas como valores fundamentales para una gestión eficiente y equitativa.
Al recordarlo, me preguntaba ¿cómo es posible, que ante la necesidad de funcionarios comprometidos con la gestión pública, un politólogo encuentre tan difícil la búsqueda de empleo? En ese preciso momento, vino a mi otra lectura que fue de esas que te enamoran al principio de la carrera cuando estás viendo Introducción a la Ciencia Política, era la lectura del maestro Carlos Gaviria titulada: “¿Qué es la política?”, de este texto recuerdo puntualmente una cita, que, aunque utópica, es de esas que te hacen llenar el espíritu vocacional, esta cita decía de la siguiente manera: “Si la política, desde una perspectiva teórica, se ocupa de buscar las mejores formas de convivencia, puede preguntarse, entonces, si habrá una disciplina que tenga un objeto no solamente más noble, sino más urgente. En efecto, si las personas estamos abocadas a convivir, buscar las mejores formas de convivencia parece lo más pertinente, lo más urgente y lo más noble”.
Definitivamente esta cita me llevó a que si o si tenía que escribir al respecto y reforzaba nuevamente esa pregunta, siendo la ciencia política un disciplina de vital importancia para la convivencia en sociedad, y más en tiempos donde parece ser más difícil el consenso social, ¿cómo es posible que un politólogo la tenga tan difícil para encontrar un lugar en el mundo laboral?
La identidad profesional del politólogo
Teniendo claro que, la Ciencia Política es totalmente necesaria y urgente como dijo el maestro Carlos Gaviria, necesitaba ahondar más sobre las razones del por qué, tanto mis colegas y yo, padecemos de esta necesidad, también tan urgente. De esta manera, y no podría ser de otra, recordé otra referencia clave: una conferencia durante III Encuentro Internacional de Ciencia Política en Popayán en el 2019, dada por Fernando Barrientos Del Monte, un profesor de la Universidad de Guanajuato, titulada justamente: “El rol del politólogo en la sociedad”.
Allí Barrientos señala que una de las dificultades que tiene nuestra disciplina es que no siempre se explica claramente qué es un politólogo, ni siquiera en los manuales de Ciencia Política. Se asume implícitamente que se entiende que es un científico social que estudia la política. Esta falta de definición explícita podría contribuir a una menor comprensión de la profesión fuera del ámbito académico. Este primer elemento, trae como consecuencia una dificultad en justificar la existencia de la carrera de Ciencia Política en términos de “demanda” en el mercado laboral, a diferencia de otras profesiones, un estudio de mercado probablemente no mostraría una demanda directa de “politólogos”.
Fuente: elaboración propia en base a información de Fernando Barrientos.
Si bien aquí ya hay luces importantes sobre este cuestionamiento de la inserción laboral de los politólogos, hay un elemento más que trae Barrientos y que me parece supremamente importante. Este se refiere a la diferenciación entre el politólogo como científico de la política y el “profesional de la política”. Este último se refiere a aquellos que ejercen la política a través de una carrera política, sin necesariamente tener una formación académica en Ciencia Política. Cualquier persona con carisma y habilidades personales puede ejercer la política.
Esta situación puede llevar a la simplificación de que “si estudiás Ciencia Política, estudiás para ser político”, lo cual no es la única ni la principal salida laboral de un politólogo y que es una pregunta recurrente de quienes nos consultan para qué hemos estudiado esta carrera. Sin embargo, allí hay otra problemática que no aborda Barrientos, dado que en el ejercicio de la política en algunos campos específicos, se requiere de los conocimientos en Ciencia Política, desde el análisis de coyunturas, el diseño de una campaña política, o bien el desempeño de algún cargo burocrático.
El valor del politólogo en lo público y lo social
Es en este punto donde cobra sentido el artículo de Paola Samaniego sobre la gestión pública, ¿acaso el perfil idóneo para un buen servidor público no sería el de un politólogo? incluso recurriendo a los argumentos de Carlos Gaviria, al estudiar Ciencias Políticas, ¿no hay cierto grado de nobleza intrínseca al buscar las mejores formas de convivencia y en este caso de la administración de lo público? Sin duda, el problema de la empleabilidad de los politólogos no viene de su pertinencia sino del poco o nulo conocimiento que existe alrededor de sus capacidades como profesionales y científicos de la política.
De hecho, no solo en el sector público sino en otras instancias laborales, como el sector privado o el llamado tercer sector, el cual comprende ONG ‘s, Fundaciones y Corporaciones, es desconocido el perfil del politólogo. Y es aquí donde daré también algunas apreciaciones y una suerte de recomendaciones dentro de mi propia experiencia en la búsqueda de trabajo.
En muchos de los portales de búsqueda de empleo, al identificar trabajos relacionados a lo social, muchas de las funciones solicitadas se relacionan a la Ciencia Política, sin embargo, pocas veces se encuentra en los requerimientos un profesional en esta disciplina. Lo usual es ver perfiles de trabajadores sociales, psicólogos o incluso sociólogos. Pero, la Ciencia Política tiene un enfoque amplio que permite a sus profesionales incursionar en distintos campos sociales.
El politólogo estudia las formas que adquieren las relaciones sociales. | Imagen: Universidad de Internet.
Un politólogo no solo estudia instituciones y sistemas de gobierno, sino que también analiza problemas sociales, movimientos ciudadanos, políticas públicas y derechos humanos. Esto le permite incursionar en áreas como: Políticas públicas y desarrollo social, evaluando e implementando programas en temas como pobreza, educación y salud; derechos humanos y ONG, trabajando en la defensa de poblaciones vulnerables; Investigación social, diseñando estudios sobre problemáticas comunitarias y estructurales; gestión de proyectos sociales y coordinando iniciativas de impacto social desde entidades públicas o privadas.
Es de aclarar que si bien tenemos las capacidades para incursionar en áreas donde otras disciplinas ya mencionadas tienen por tradición más incidencia, no se trata de hacer una competencia malsana entre disciplinas. De hecho, estas otras profesiones tienen una especialidad en la cual un politólogo quizás no tiene la competencia. Por ejemplo, Trabajo Social se centra en la intervención directa con comunidades y personas en situación de vulnerabilidad. Un politólogo puede trabajar en diseño de políticas sociales, pero la intervención directa requiere formación específica en Trabajo Social.
La Psicología analiza el comportamiento humano desde una perspectiva clínica, cognitiva o emocional. Un politólogo podría estudiar la opinión pública y la psicología política, pero no reemplazar a un psicólogo en terapia o diagnóstico y la Sociología que estudia la estructura y dinámicas de la sociedad, en está hay quizás más coincidencias, ya que la Ciencia Política usa herramientas sociológicas para analizar el poder y los sistemas políticos.
Estrategias para fortalecer la inserción laboral del politólogo
En definitiva, hay aspectos en los cuales un politólogo puede tener más campo de acción en ofertas relacionadas a lo social, principalmente en el diseño de políticas, programas y proyectos. También, en intervenciones sociales que incluyan la planificación, el análisis, y evaluación de programa sociales como también la participación ciudadana, el análisis de problemáticas sociales desde una perspectiva política y la incidencia en políticas públicas. Además, el análisis de datos es un fuerte dentro de la disciplina que lo diferencia entre otras profesiones.
Entonces, teniendo estas habilidades y competencias ¿por qué no son reconocidas al momento de buscar profesionales en lo social? Aquí encuentro dos aspectos a tener en cuenta; el primero está relacionado al reconocimiento profesional y regulaciones: en muchos países, ciertas profesiones sociales (como la Psicología o el Trabajo Social) pueden estar reguladas o tener requisitos específicos para su ejercicio profesional. La Ciencia Política, en general, no suele tener el mismo nivel de regulación o reconocimiento formal en los campos laborales tradicionalmente ocupados por estas otras disciplinas.
Y segundo, un llamado a las distintas universidades que ofrecen la carrera, específicamente desde sus departamentos de prácticas. Resulta vital realizar una apertura del perfil profesional del politólogo con diferentes aliados que buscan pasantes, para empezar a diversificar esas funciones y cargos que puede desempeñar un politólogo, como a su vez pueden realizarse ferias de empleo, coloquios y charlas donde los invitados sean no solo del sector público sino privado para dar a conocer esas competencias que podemos aportar en el mundo laboral.
Por último, también hay algunas recomendaciones dentro de lo dificultosas que puedan ser, teniendo en cuenta las capacidades de recursos que por la falta de empleo dificultan su accesibilidad. Estas recomendaciones están ligadas a la búsqueda de especializaciones. Como ya mencioné antes, hay campos en los cuales un politólogo se puede diferenciar, como en el análisis de datos, políticas públicas y gestión de proyectos. En estos campos un politólogo compite con economistas, sociólogos, administradores públicos e incluso abogados.
Dado que estos perfiles suelen ser más demandados, los politólogos deben diferenciarse con especializaciones. También, aprender herramientas técnicas, como software estadístico, gestión de proyectos o idiomas. Por otro lado, explorar el sector privado, donde pueden trabajar en análisis de riesgos, cabildeo, responsabilidad social empresarial, etc. Y finalmente, a mi consideración, la más importante es construir redes de contactos mediante pasantías, congresos y eventos del sector; afortunadamente muchas de las universidades que ofrecen nuestra carrera ya tienen como opción de grado la práctica académica, la cual es una oportunidad de gran valor para poder hacer redes de contactos.
No se debe subestimar una pequeña conversación luego de una reunión de trabajo con otras dependencias o aliados del lugar donde ejercemos nuestras funciones como pasantes, muchas de las oportunidades para dar a conocer nuestro potencial se encuentran allí, más que en los portales de búsqueda de empleo.
Finalmente no me queda más que abrazarles en nuestra necesidad común. ¡Ánimo!, nuestra profesión, y más en latinoamérica, es relativamente jóven, pero hay que insistir y abrirnos campo. No es que no haya trabajo para los politólogos, sino que muchas veces el mercado no nos reconoce como necesarios o competimos con perfiles más tradicionales. La clave está en adaptarse, especializarse y visibilizar el valor que puede aportar un politólogo en distintos sectores.