El fenómeno Milei: entre propuestas y hartazgo
El fenómeno Milei tiene un estilo provocador y vehemente que lo muestra como un “antisistema” bastante seductor para algunos sectores de la sociedad. Pero, ¿Milei es lo que dice ser?
Por Fernando Ortiz Sosa
Los libertarios de hoy son anarcocapitalistas ultraconservadores en cuanto a lo social, casi medievales y muy cercanos a doctrinas de la teología del progreso adoptado por las iglesias neopentecostales que se fueron expandiendo por Latinoamérica.
Después de la jornada electoral en la Argentina del pasado domingo 13 de agosto, surgen algunas preguntas que muchos se hacen. Algunas de estas ya venían en el tintero de las discusiones de la teoría política, intentando entender este fenómeno que es similar (pero distinto) a otros que se dan en Latinoamérica y el mundo. Otros cuestionamientos, surgen a partir de los resultados del domingo.
Javier Milei tiene 52 años, aunque se referencia como una persona joven y apunta principalmente a un rango etario que va desde los 16 a los 35/40 años. Nació en Ciudad de Buenos Aires, tuvo un fugaz paso por el futbol y es economista egresado de la Universidad de Belgrano.
Soltero, sin hijos, vive con sus perros y su persona de mayor confianza es su hermana, a quien públicamente la llama “El jefe” (sí, en masculino). El fenómeno Milei tomó popularidad, como muchos de estos personajes, a través de la exposición pública como opinólogo en la televisión. Tiene un estilo provocador y vehemente que lo muestra como un “antisistema” bastante seductor para algunos sectores de la sociedad.
“No vine a guiar corderos, vine a despertar leones”. Una de sus frases predilectas, con el que llegó hacia un ferviente, aunque no numeroso, grupo de militantes que lo ven como una especie de Mesías que viene a patear el tablero ensuciado por la corrupción de los partidos tradicionales.
Ahora bien, ¿es Milei lo que dice o aparenta ser? ¿Cuáles son sus fuertes y sus debilidades ante el marco electoral que lo mostró como el candidato más votado? ¿En qué posición quedan los partidos tradicionales?
Rompiendo el “Bi-coaliocionismo” en Argentina
Si bien las intenciones de crear un partido libertario vienen de algunos años antes, sobre todo a partir de algunos referentes con no mucha exposición pública, Javier Milei se encargó de poner estas ideas en el podio de las preferencias electorales argentinas.
En 2021 rompe con la hegemonía de las dos coaliciones dominantes (Juntos por el Cambio y el Frente de Todos) para colarse en las elecciones de medio término como una alternativa que le permitió unas bancas en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires y al propio Milei con una banca en el Congreso Nacional.
En ese momento, Milei se mostraba como un “outsaider” de la política, el primer candidato que venía del sector privado en llegar al congreso. Eso no es cierto en varios sentidos, pero el más importante de todos es que el propio Milei ya había trabajado para el Estado, sobre todo como asesor de Antonio Bussi, un militar condenado por delitos de lesa humanidad cuando fue gobernador de Tucumán (hoy es aliado de su hijo).
Cuando asumió su banca de diputado, adoptó una postura que nuevamente lo puso en el prime time de la discusión política: comenzó a sortear, todos los meses, su sueldo de diputado bajo la consigna que la política le roba a la gente.
La ruptura de «bi-coalicionismo» en la Argentina suele deberse a ciertos fenómenos políticos mayormente coyunturales. En algunos casos, esos fenómenos son absorbidos por las coaliciones tradicionales (como el Frente Renovador de Massa que ahora forma parte del oficialismo) y en el caso de Milei eso todavía no está totalmente descartado.
Si bien es el candidato más votado en las PASO de cara a octubre, sigue elogiando o bien recibiendo elogios, de ciertos sectores de Juntos por el Cambio, como son los casos del ex Presidente Mauricio Macri o la actual candidata por ese espacio, Patricia Bullrich.
La cuestión es que estos sectores disruptivos en la polarización política histórica de Argentina, suelen tener poca vida propia, pero es la primera vez que un candidato de un frente o partido rupturista termina siendo el candidato más votado en unas Primarias.
Un núcleo duro, bien duro
Este humilde servidor piensa que no todas las coaliciones o partidos políticos tienen militantes realmente comprometidos. Muchos militan por convicción, pero muchos otros lo hacen por promesas electorales que apuntan a un beneficio individual, sobre todo cuando se tiene en cuenta lo tentador que suele ser trabajar en el Estado.
Históricamente, los partidos de izquierda suelen tener una masa militante bastante comprometida, aunque sus resultados electorales sean más que magros. El peronismo es quien quizás tenga la masa militante más importante del país, aunque los más ideologizados suelen estar en las filas del kirchnerismo, mientras que otros sectores peronistas fueron corporizando su militancia para desmovilizarla cada vez más.
El fenómeno libertario trajo otro sector ideologizado, compuesto mayormente por jóvenes que nacieron después del año 2000 y cuya infancia y adolescencia la vivieron en medio de distintos vaivenes políticos y económicos a partir de un quiebre y modificación de los modos de acumulación capitalista del país.
Estos jóvenes si bien crecieron en una etapa de ampliación de derechos, también es cierto que sufrieron el nuevo fenómeno del debilitamiento del trabajo formal tradicional, la inflación y la excesiva dependencia del dólar como refugio de ahorro y un corrimiento del discurso político hacia una confrontación permanente entre los dos sectores dominantes de la política.
Ahora bien, a diferencia de la izquierda y del peronismo, el reducto militante de los jóvenes libertarios suelen ser las redes sociales, Twitter y TikTok principalmente, donde tienen una participación cuasi obsesiva.
Como referencias internacionales, la más importante es Donald Trump en EE.UU y Jair Bolsonaro en Brasil. Ven en los gobiernos de estos dos referentes como la materialización de la posibilidad de gobierno y de un nuevo futuro basado en las libertades económicas, más que en algunas ideas tradicionales del liberalismo.
“Liberal en lo económico, conservador en lo social” suelen decir los militantes libertarios. Lejos de ese liberalismo tradicional que no sólo luchaba por la libertad económica, sino también sobre los cuerpos.
Los libertarios de hoy son anarcocapitalistas pero ultraconservadores en cuanto a lo social, cuasi a niveles medievales y muy cercano a algunas doctrinas de la teología del progreso adoptado por las iglesias neopentecostales que se fueron expandiendo por Latinoamérica.
¿Por qué Milei fue el más votado?
Es una pregunta que, desde el momento en que se supieron los resultados de las Elecciones Primarias, se hacen en todos los medios de comunicación y en las mesas chicas de los partidos tradicionales.
Milei es un candidato de alta exposición pública, no sólo en minutos dados en la TV, sino también por lo que decíamos más arriba respecto de su presencia en redes sociales, apuntalado por un fuerte nucleo duro militante virtual. Desde esos atriles, el candidato habla de libertad económica, de que la pobreza es culpa de la casta política y los altos impuestos que van a los bolsillos de esa casta y la excesiva presencia del Estado.
A su vez, fue tambien tendencia en base a alguno de sus dichos más polémicos que fueron expresados en algunos contextos donde el entrevistador presionó al candidato con algunas preguntas. Algunas de ellas tienen que ver con afirmaciones a favor de la venta de órganos o incluso la venta de bebés.
También se expresa permanentemente en contra del feminismo, de la interrupción voluntaria del embarazo y de los derechos de los distintos colectivos de género.
Aboga por la reducción del Estado a su mínima expresion, eliminación de Ministerios, privatización de la salud y la educación pública. Quiere eliminar la indemización por despido sin causa, la cobertura por accidentes laborales, reducción de jubilaciones y pensiones eliminando el sistema público de reparto, entre otras.
Todo ello bajo una premisa de dolarización absoluta y abrupta de la economía para eliminar la moneda nacional, “dinamitando” el Banco Central de la República. En ningún momento dijo el “cómo” llevaría adelante estas propuestas. La reducción del gasto público y la austeridad del Estado exigida por el FMI, es laxa para él. Propone un ajuste mucho mayor. Y todo esto lo dice a viva voz.
Sin embargo, fue el candidato más votado. Puede entenderse quizás en ciertos sectores medios jóvenes con mentalidad de “emprendedorismo” con fuerte apuesta hacia negocios financieros, como se puso de moda últimamente. Los “Crypto-Bro” son muchos de sus seguidores.
Ahora bien, no hay en la Argentina un 30% de electores que piensan de esa manera o tengan esa realidad, de hecho, al menos un 25% de ese piso que sacó Milei en las Elecciones Primarias, apenas llegan a fin de mes; por eso, todos se preguntan el por qué del voto hacia alguien que tiene propuestas tan controversiales.
No se votan propuestas, se vota hartazgo
Haciendo un rápido análisis geográfico de las preferencias electorales de las elecciones primarias, nos encontramos con que Milei saca muy buenos resultados en muchos sectores sociales, pero principalmente en aquellos que pueden considerarse “medio-bajos” o “bajos”.
Uno se preguntaría sobre qué pensará aquel elector que es un trabajador que oscila entre lo formal e informal, que utiliza la salud pública, manda a sus hijos a escuela pública y depende en mayor o menor medida del Estado, para votar un candidato que pretende eliminar todo eso.
En lo personal, no creo que haya primado la valoración de las propuestas al momento de depositar su confianza en el candidato libertario, sino más bien el hartazgo a una realidad económica y política que cada vez interpela menos al pueblo. De repente aparece un candidato esgrimiendo un populismo de derecha que apela a distintas emociones básicas que tienen muy buena llegada a las clases populares.
Ese lugar está vacante, es un espacio al cual ya no está llegando el discurso del kirchnerismo que terminó de convertirse en un anhelo basado en cierto éxito del pasado, y cuyo principal referente se encuentra proscripta por la justicia argentina; y que tampoco está interpelado por Juntos por el Cambio que supo llegar a la presidencia en el año 2015 prometiendo un cambio “sin perder” lo conseguido hasta el momento, haciendo posteriormente un gobierno bastante pobre.
Esta clase obrera (no ya los jóvenes libertarios) vieron cómo la inflación fue duplicada por los últimos dos gobiernos, uno de Juntos por el Cambio y otro del Frente de Todos. Vio cómo tiene que trabajar cada vez más horas para poder llegar con lo justo a comprar alimento para su familia, ve cómo los precios se mueven todos los días y cómo el dólar se dispara cada vez que alguien estornuda un poco fuerte dentro de los ámbitos financieros.
A su vez, ven cómo la inseguridad se convierte en un fenómeno increíblemente cercano, por más que las tasas de robo y homicidios totales siguen manteniendo los mismos niveles que los últimos 30 años, por lo menos; pero cuya exposición mediática es cada vez mayor.
En definitiva, se votó hartazgo. No creo que los argentinos, con una fuerte tradición de Estado presente, sobre todo en Salud y Educación, estén de acuerdo con la privatización de estos sectores. Tampoco creo que quien votó a Milei esté a favor de la venta de órganos o de bebés.
Puede haber, sí, algun tipo de coincidencia en cuanto a algunos derechos adquiridos en los últimos años, como lo son aquellos logrados por el feminismo; pero tampoco sería determinante para el voto.
El hartazgo tiene que ver con lo coyuntural, con la economía y con la falta de respuestas de la clase política (oficialismo y oposición) a estos problemas. Eso provocó el fenómeno Milei, pero también puede provocar que ese voto se mueva hacia otros sectores, porque en el fondo (y no el monetario internacional) lo que la gente quiere es vivir en paz, comer todos los días, trabajar en condiciones dignas, educar a sus hijos y que no los maten en la calle.
El enojo provocó la victoria de Milei en las primarias, ahora quedan 60 días para las generales de octubre y las coaliciones tradicionales, sobre todo el oficialismo que pregona la ampliación de derechos comience a entender los verdaderos problemas de la gente.
El discurso y la épica son fundamentales para la política, pero sin propuestas y sin acciones que cambien la realidad de la población, eso sólo quedan en slogans que podrían convertirse en nostálgicos mientras vemos como se destruye todo el aparato (el bueno) del Estado en apenas unos días.