Populismo en pandemia y la infección del capitalismo liberal
La crisis del coronavirus nos pone en lo que Chantal Mouffe denomina “el momento del populismo”: una situación que desestabiliza la hegemonía dominante, la formación hegemónica neoliberal, y donde surge la posibilidad de construir un nuevo sujeto de acción colectiva. | Imagen: Revista Anfibia
Por Daniel Maximiliano Manrique
¿Estamos ante un contexto que puede ser útil para una “terapia de shock”? Quizás; pero también es cierto que, citando a Naomi Klein, a veces a la doctrina del shock le sale el tiro por la culata.
El momento populista en la crisis pandémica
Caídas económicas estrepitosas, catástrofes, desastres naturales y persecución ideológica: estas son las condiciones que permitieron, según escribe Naomi Klein, la aplicación de la Doctrina del Shock; una receta para imponer regímenes autoritarios y/o aplicar políticas pro-mercado impopulares.
¿Estamos entonces ante un contexto que puede ser útil para una “terapia de shock”? Quizás; pero también es cierto que, citando a Klein, a veces a la doctrina del shock le sale el tiro por la culata. Ejemplos de solidaridad y de movilización social, cuando el ¡No! tiene un programa de acción. Leer la coyuntura social y desarrollar una formación contra-hegemónica a las construcciones políticas dominantes, construir un nosotros, un programa de acción parece ser una alternativa más que viable.
Un dialogo euroasiático: El golpe Kill Bill y el panóptico de Bentham
El esloveno Slavoj Zizek, en su análisis sobre la crisis del coronavirus publicado en 2020, menciona algunas cuestiones ineludibles que caracteriza a este momento de crisis: el rebrote xenófobo, el riesgo de la virtualidad, la posverdad, el disciplinamiento, la biopolitica, y el animismo capitalista. El lacaniano desnuda, en este primer escrito un punto relevante: la solidaridad (aunque se exprese bajo formas extrañas), la necesidad de generar vínculos de confianza en el otro y de construir y/o recuperar instituciones que den respuesta a todos, sin distinciones, que tengan la fuerza de generar mecanismos globales de acción.
Byung Chul-Han, por otro lado, explica, en su artículo dedicado a la pandemia publicado por el diario español “El País” (2020), algunas ventajas de Asia en esta situación: el autoritarismo y la docilidad producto de la heredada cultura, una vida cotidiana estructurada y una fuerte vigilancia digital, en un guiño a Foucault., una conducta que se normaliza en un medio social dominante, que determina el éxito de estos regímenes para controlar la crisis pandémica.
Critica el cierre de fronteras europeas a la luz de la efectividad del método asiático, de la psicopolitica, pero no deja de mencionar las diferencias contextuales y sociales como el individualismo occidental, menciona los impactos de la globalización, la auto-explotación y la sociedad del rendimiento que condujo el mundo sin fronteras y de libre circulación del capital, que ahora los gobiernos intentan volver a delimitar ante esta crisis sin precedentes, caracterizada por el pánico; en una economía mundial endeble, súper-conectada e interdependiente, pero que está acostumbrada a beneficiarse de los shocks post crisis para resurgir con una fortalecida hegemonía neoliberal.
En este punto ambos divergen, para Zizek es el caldo de cultivo hacia el retorno a “un oscuro comunismo” y para Han es, casi sin más, un nuevo capítulo de la historia de reinvenciones del capitalismo, un bucle dialectico, una crisis creativa. En Byung Chul-Han hay una especie de destino manifiesto del capitalismo hacia un aparente sinfín de reinvenciones y renaceres a la espera una ruptura; en Zizek la esperanza de un golpe al corazón del sistema, una especie de involución de la reificación de nuestros tejidos sociales y de nuestras almas.
Si bien Zizek visualiza un nuevo retorno comunista, soslaya las singularidades de cada sociedad, más allá de las fronteras de Occidente -en esa división peculiar del mundo que ha forjado la extinta cortina de hierro, y las construcciones políticas alternas a los bloques históricos dominantes.
Zizek, la profilaxis capitalista y el sesgo de la geografía
Zizek visualiza un radical cambio en los modos de vida, en la cotidianidad de la vida de las personas por las nuevas formas de socialización y vinculación socio-afectivas, etc.; pero también de las relaciones inter-estatales, lo referente a la política exterior de los Estado-Nación modernos para hacer frente a la anómala “normalidad” que nos impone la realidad disruptiva.
La dicotomía Oriente/Occidente, en la que nos atrapan Zizek y Chul-Han, pone de manifiesto formas diferentes de afrontar la crisis a partir de las diferencias sociales y culturales entre Asia y Europa, una ligada a la cultura de la obediencia y un marcado modo de ejercer el poder muy diferente al liberalismo occidental y al sujeto occidental.
Sostiene el europeo que la crisis social, política, económica y sanitaria que trae el coronavirus en sus alforjas nos forzará a repensar y modificar el sistema en que el mundo está inmerso, “una amenaza mundial de este tipo da a lugar a la solidaridad mundial” (Zizek: 2020) “Un comunismo impuesto por las necesidades de la mera supervivencia” (Zizek, 2020). ¿Es el caso de las vacunas contra el covid un ejemplo, una profecía cumplida del esloveno, o en todo caso una necesidad para la continua conservación del sistema, en línea de lo que sostiene Byung Chul-Han? Esto merece un análisis particular: la profilaxis de un capitalismo infeccioso.
¿Son las conclusiones de Byung-Chul Han las más cercanas a la realidad, o es Slavoj Zizek quien más se acerca a la realidad mundial (mundial en tanto Europa y Asia) y el posible cercano futuro? ¿Hay en esto un destino manifiesto, alguna determinación del vivo Espíritu de la Historia que mueva al mundo hacia alguna dirección? ¿De qué depende que las personas que hacen las revoluciones, como dice Zizek, demanden determinadas medidas y adecuaciones del sistema?
Lo cierto es que en la dialéctica entre Han y Zizek hay un elemento común: el sesgo geográfico; la oposición entre Asia y Europa, la tesis y la antítesis que pretende una síntesis global a partir de observaciones desde los centros de poder, acentuando el etnocentrismo teórico que evade a América Latina y los países del Sur de las observaciones y teorizaciones académicas que gozan de la hegemonía cultural y científica que impone la industria del conocimiento de los países centrales.
La declarada epistemología del Sur, se hace más necesaria que nunca. La descolonización pedagógica se ha vuelto un instrumento fundamental de esta necesidad de pensarnos a la luz de nuestras propias estrellas; aunque paradójicamente esto sea una ida y vuelta entre intelectuales extranjeros. (Sic).
Desde la periferia y las construcciones políticas alternas a los bloques históricos dominantes
Para los adversarios del neoliberalismo, la crisis del coronavirus nos pone en lo que Chantal Mouffe denomina “el momento del populismo”: una situación que desestabiliza la hegemonía dominante, la formación hegemónica neoliberal, y donde surge la posibilidad de construir un nuevo sujeto de acción colectiva. La pos-política está entre las cuerdas y con ella el consenso neoliberal construido alrededor de la máxima de un Estado mínimo.
Esta situación ha orillado a la sociedad a cuestionar la arquitectura del capitalismo neoliberal: el papel de la seguridad social y la importancia del manejo público de los servicios de salud, educación, etc., para dar una respuesta coordinada e inclusiva ante las crisis; incluso ante países donde la intervención estatal es predica non sancta.
La forma en que los Estados han articulando acciones para controlar la pandemia pone en relieve que la realidad impuso la necesidad de intervenir en la economía para evitar el colapso financiero y macroeconómico, de reconsiderar el valor de la salud pública, cuando la política privatizadora y de mercantilización de los servicios básicos ha arrojado al vacío a millones de ciudadanos poniendo en una enorme vulnerabilidad a los países donde el Estado no administra servicios de salud públicos.
Incluso han creado paquetes económicos con considerable inyección monetaria al circuito económico en países como Alemania, España, Francia. La realidad ha puesto en jaque la doctrina neoliberal, los líderes y economistas pro-mercado no han encontrado una propuesta racional acorde a los programas que siempre han defendido. El discurso contra lo público, la exaltación al individualismo meritocrata y las demandas clásicas sobre las cuales han construido políticamente resultan ignominiosos ante la gravedad de las circunstancias.
Es la oportunidad de concebir esta coyuntura como un momento populista: la sociedad requiere de liderazgos representativos y hay una multiplicidad de demandas populares, circunstanciales y no circunstanciales, que solo pueden resolver nuevos sujetos de acción colectiva, aplicando el método populista descripto por Laclau. Los casos argentino y chileno merecen este punto especial atención.
De todas formas, está en el ingenio de los movimientos sociales, de los activistas, de los dirigentes políticos y de los partidos que han comprendido la obsolencia del método de construcción política tradicionales, de dar un golpe de timón valiéndose de la conmoción en que nos ha puesto la crisis virológica o dar la llave y rendirse ante la capacidad morfostatica del capitalismo liberal.