¡Viva la libertad (de dolarización), carajo!
La jerarquía monetaria es una estrategia de sumisión global. Bajo la promesa de dolarización, busca asegurar las condiciones de dependencia en el mercado mundial. Quien controla el dinero, controla el mundo. | Imagen: La Tinta.
Por Ashlee Ríos y Julieth Valencia
Dame el control sobre el dinero de una nación y no importará quién redacte sus leyes.
Mayer Rothschild
Argentina vive una situación económicamente asfixiante donde el 40% de los argentinos vive en la pobreza, adicional a los altos niveles de inflación y la alta volatilidad de la economía. La propuesta de la «libertad» parece ser el horizonte elegido.
El presidente electo Javier Milei ha propuesto la dolarización del país para contrarrestar, a través de la libertad, el cáncer de la inflación. Respecto a esto se ha debatido sobre la viabilidad de la propuesta, considerando las consecuencias positivas y negativas.
Sin embargo, existe otra cara de la moneda que es preciso cuestionar, si se dolariza Argentina ¿Estados Unidos fortalece su imperialismo mediante el dólar?
Jerarquía monetaria: mecanismo de sumisión desde la dolarización
Para comprender esta dinámica del sistema financiero se debe analizar la jerarquía monetaria internacional.
Este concepto surge desde una visión postkeynesiana, como lo plantean los economistas Manuel Martinez y Renan Araujo, en el cual existe una estratificación de las divisas del mundo, donde una moneda asume el papel de dinero mundial y las demás quedan relegadas sin el mismo valor.
En la actualidad quien se encuentra en la cúspide de la jerarquía monetaria es el dólar estadounidense, gozando de privilegios de liquidez, generando consecuencias en la política monetaria de los países y aumentando su poder en el sistema internacional, pues bien dijo Kissinger “quien controla el dinero, controla el mundo”.
Definiendo el imperialismo
El imperialismo surge como un proceso histórico de acumulación de riqueza generada por los grandes capitalistas de los Estados, dicho capital es lo que permite que los actores estatales puedan someterse unos a los otros.
De acuerdo con Luxemburgo (como se citaba en Lapavitsas, 2016), “El imperialismo, no era una cuestión de políticas concretas, sino un proceso que surgió del núcleo más profundo de la acumulación capitalista”.
Lo anterior se expresa sobre la necesidad del desarrollo del proceso financiero donde la liquidez de una moneda genera consecuencias negativas.
Precisamente es lo que sucede con el dólar. Pues su liquidez condiciona la subordinación de las economías latinoamericanas, debido a que la moneda estadounidense regula el mercado internacional, mientras que las monedas latinoamericanas no sobrepasan las fronteras de su región.
“El ascenso y consolidación mundial de las finanzas ha atraído a su órbita a los países pobres y en desarrollo, principalmente a través de la deuda y de la liberalización financiera”, (Lapavitsas, 2016).
Una soberanía monetaria comprometida
Lo anterior se refleja en Argentina, puesto que la devaluación del peso argentino deja en entredicho la existencia de una relación desigual en términos de competitividad financiera frente al dólar. «Sí, vamos a dolarizar la economía. Vamos a cerrar el Banco Central. Vamos a terminar con el cáncer de la inflación«, señaló Milei.
Lo que el libertario desconoce es que la dolarización no implica consecuencias positivas para sobrevivir a un estado hiperinflacionario. Para alcanzar la dolarización, Argentina deberá endeudarse debido a la baja circulación del dólar en el país.
El proceso de endeudamiento conducirá a que se genere una mayor dependencia con respecto al capital extranjero, socavando la libertad e independencia de Argentina frente a la configuración de su política económica.
Otra desventaja que supone la dolarización de Argentina es la pérdida de control de exportaciones bajas con la tasa de cambio. Lo que es contraproducente para un país donde la balanza comercial se ha mantenido negativa en los últimos meses.
Además, si se emplea la carrera de la dolarización se acaba el manejo de circulación del dinero y la estabilización de tasas de interés mediante el Banco Central.
Es así como los bonos de deuda de los ciudadanos argentinos empezarán a ser cobrados a través del dólar, lo que implicaría mayores costos para los miles de hogares que tienen una hipoteca con los bancos comerciales.
De esta manera el país exacerbaría su condición de subordinado, ya que dependería de las decisiones que tome la Reserva Federal Americana (FED), como entidad emisora del dólar. Esto ayudaría a Estados Unidos a expandir su poder imperial.
El dólar no es libertad, es intervención
La libertad que propone Milei no es nada más que una absoluta doblegación ante las voluntades de Estados Unidos. Ya que el país emisor del dólar se beneficiaría a razón de una falsa estabilidad generada a raíz de los procesos de dolarización.
En consecuencia, atraerá un mayor grado de inversores extranjeros, donde el excedente de la inversión se irá con los grandes capitales, ralentizando el proceso de desarrollo y crecimiento económico de la nación.
Si las economías latinoamericanas deciden dolarizarse mejorarán la imagen financiera que tiene el dólar ante el sistema. Lo que seguirá posicionando como el número uno en la jerarquía monetaria, es por esto que el dólar no es libertad, es intervención.
Mediante la dolarización de Argentina se legitima la intervención de Estados Unidos en la configuración de políticas económicas latinoamericanas. Es decir, se autoriza a que éste sea quien disponga un control financiero sobre la toma de decisiones. Lo que conduce a replantearnos el hecho de que ya no serían economías nacionales, serían economías extranjerizadas.
Estados Unidos sometió a una metamorfosis a las Doctrinas Truman y Monroe. Esto dió por resultado lo que hemos denominado como la nueva Doctrina del Dólar. La Doctrina del Dólar es aquella nueva configuración sobre la percepción que Estados Unidos tiene sobre sí y el sistema.
Dicha percepción yace en el control que adquiere el país norteamericano a través de su moneda con la falsa imagen de confianza y estabilidad. Ahora Estados Unidos se ve a sí mismo como el salvador del mundo mediante la economía global.
La Doctrina Monroe es igual a “América para los americanos”, mientras que, la Doctrina del Dólar es equivalente a “el mercado para los americanos”.
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